miércoles, 9 de enero de 2008
PODEROSOS
No es una norma infalible y hay muchas excepciones, pero sí está muy extendida. La formulación es fácil: cuanto más poderosos, más egoístas. Casi nunca se equilibran el nivel de lujos con el de soluciones. Me explico: la mayoría de los mortales, cuando tenemos que intentar arreglar un problema de nuestro trabajo lo tratamos tomando un café en el bar de la esquina o hablando en la pecera de la oficina. Los poderosos, sin embargo, se reúnen en un restaurante con estrellas michelín y con multitud de cámaras a la espera. A todo trapo. Sin embargo, normalmente las reuniones de los de a pie suelen tener efectos inmediatos. En cambio, las de los poderosos acaban como empezaron, con poca cosa, con un “ya veremos”, “lo estamos estudiando” y, eso sí, el palillo en la boca. Se vio en las cumbres de María Pita o el Playa. Aún estamos a la espera. Y mientras, el equipo sigue como sigue. En crisis. Y con algunos poderosos utilizando su legítimo derecho a opinar y así retratarse. Lo hizo un ex alcalde de A Coruña, ahora embajador o adulador en el Vaticano. Sus palabras ilustran bien como nos ven los poderosos a los de abajo. Porque el ex regidor, que presume de amor por los coruñeses, podía haberse hecho eco de la preocupación que embarga a la ciudad por la suerte de su símbolo blanquiazul. Pero no, sólo parece preocuparle su enemigo personal. Que si “se veía venir”, que si Lendoiro “recoge lo que sembró”, etc... Ni un segundo para ofrecerse a buscar a otro poderoso de esos con los que tan bien se lleva y así buscar un alternativa que aparte a su adversario pero, sobre todo, ayude a que esta ciudad sea más feliz. No, eso no parece importar. Sólo gastan saliva para los de su clase. Y entonces nos obligan a deducir que a muchos poderosos lo que de verdad les interesa son las batallitas de su mundo, poder decir “le gané” en la mesa de un buen restaurante, rodeado de los de su estirpe. Y los de a pie que se aguanten solos, total son gente vulgar que arregla las cosas en las cafeterías. Eso sí, las arreglan, no se limitan a prometer que las van a arreglar.
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2 comentarios:
Eu penso que os cidadáns de a pé arranxan as cousas porque hai unha palabra que dominan/dominamos case dende que sabemos en qué "status social" estamos, dende que comezamos a ter dous dedos de frente, i esa palabra é RESPONSABILIDADE.
Arranxamos as cousas porque parte da nosa vida vai neso, porque é importante, pero a un gordo cabrón (perdón pola vulgaridade) cheo de cartos ata arriba... ¿pensas que lle importa algo o que sintamos os demáis? Por desgracia... nada de nada. El sigue aí, sentando no seu trono no palco presidencial, ríndose da parroquia deportivista.
Non lle importa nin sequera que te metas 1015 quilómetros de ida e outros tantos de volta ata Vilarreal para ver como 11 mercenarios se rin dun escudo... porque Lendoiro ten culpa por chorizo, pero os 11 niñatos esos non se salvan tampouco.
Un saúdo!
Alfredinho, mercenarios tamén eran os da Liga e as Copas, a diferencia radica en que a meirande parte daqueles eran moi bos, e a maioría dos de agora son máis malos que a carne de pescozo.
Me molesta sobremanera cada vez que remata un partido en Riazor e se escoitan berros soltos de ¡xogadores mercenarios! Namentres o presi, como ben apuntas, todo pancho no palco: "Nunca escoitei berros na miña contra no estadio", dixo hai pouco, e ten toda a razón, mais é unha vergoña.
Unha vergoña que ese desgraciado insulte á cara aos que puxeron 20.000 pelas con toda a boa intención namentres el, forrado, (vivindo de que eses pequenos accionistas lle puxerámolo soldo), e que non se lle monte un bo cirio.
Baixar a segunda é unha putada, pero ao fin e ao cabo isto non é a NBA, e forma parte da competición un descenso de categoría. Mais como teñamos que baixar por rollos administrativos máis para abaixo ou mesmo desaparecer só agardo que a ese tipo non se lle ocorra botarlle a culpa á Voz, nin ao Concello nin aos afeccionados que non mercaron accións ou non puxeron máis cartos.
Porque como eso ocorra...
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