
Al mandatario blanquiazul le gusta presumir de origen. Confiesa que uno de sus grandes orgullos es la gestión que encabezó en Bergantiños y Soneira cuando estaba al frente de la Diputación, antes de que sus habituales y poco diplomáticas reivindicaciones le relegaran a la fila invisible del PP. Pero sin duda, cuando más evidente hace esa supuesta pasión de cuna es al presentarse a sí mismo como un esforzado trabajador del mar, en la línea de sus paisanos. Una de sus frases preferidas es aquella en la que se define como “pescador que tiene una caña y si no pesca hoy pescará mañana”. La imagen de un Lendoiro calado hasta las cejas en medio del temporal y arrastrando redes de peixe resulta absolutamente irreal. Se refiere a los bancos de futbolistas.
La línea marcada por Lendoiro al frente del club coruñés está repleta de virtudes y defectos. Entre las primeros, tal y como ni siquiera sus detractores niegan, se encuentra un amplio conocimiento del balompié mundial. Es un presidente que sabe de fútbol. No abundan. Y a la hora de las contrataciones eso se ha notado. Muchos de los éxitos del Dépor se basaron en su buen ojo clínico, desgraciadamente combinado con operaciones dudosas que van desde Milovanovic hasta Taborda. Pero las positivas suman una buena lista, escrita además aprovechando espacios de nivel modesto, como por ejemplo los descensos o la elite de Segunda. Ejercicio habitual de los medios al final de cada curso es el de examinar las plantillas de los conjuntos que perdieron la categoría y también los primeros puestos de la tabla de goleadores de la división de plata. En este último espacio explotaron delanteros básicos para entender el pasado reciente del Dépor. Directamente o con una estación intermedia, por ese sendero llegaron Pauleta, Turu o Makaay. También Rubén. Se intentó con muchos más, por ejemplo Soldado o Uche, pichichis de Segunda la pasada campaña. Sin embargo, una presa mayor se escapó rumbo a otro barco.

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