
El Espanyol sólo tenía en liza un posible maletín blaugrana aquel 19 de mayo de 2000. Su mira estaba puesta una semana después en la final de Copa que le enfrentaría al Atlético de Madrid. Levantó el trofeo. Desde entonces los pericos han vivido entre glorias y sustos, pero llevando una línea más o menos coherente y razonable. Sin delirios de grandeza ni errores depresivos. Para tomar nota.
A pesar de pertenecer a una ciudad de millones de habitantes, el Espanyol es un equipo modesto y de afición muy limitada. La sombra del Barça y su representatividad casi impuesta por decreto complica la existencia de una entidad que supo responder a las dificultades con integración y proyecto. Por un lado, y en vez de optar por la bronca permanente contra el evidente desnivel en los apoyos oficiales a favor de su rival culé, construyó pequeños puentes por los cuales pudieran discurrir algunas ayudas. Asimismo, en vez de exponer a su hinchada a la división constante, gestos como la catalanización del club sirvieron de vínculo integrador para sectores que por motivos sociales o políticos miraban con desconfianza al club españolista. Pero es en lo deportivo donde la línea de actuación perica encontró su mejor aliado. Conscientes de los peligros financieros, apostaron por la cantera. De forma silenciosa pero efectiva. Sin necesidad de proclamar a los vientos supuestas terceras lecciones ni nada parecido, el Espanyol ha ido cimentando la mejor base de toda la Liga junto a la del Sevilla y por encima ya de las vascas, con mayor tradición en ese terreno. De allí han salido Capdevila o Sergio, por poner los ejemplos más cercanos. También Raúl Tamudo, el símbolo eterno y máximo goleador histórico del club. Respetado por la grada pero también por las altas esferas. Nadie lo imagina saliendo por la puerta de atrás, lo que sería su desgraciada salida natural de ser el jugador franquicia de su rival de esta noche, según marca la historia deportivista más reciente.
El año pasado, el Espanyol ganaba otra Copa del Rey. Hace un mes rozó la Copa de la UEFA aunque cayó en los penaltis ante el Sevilla tras una final ya legendaria. En medio de esos éxitos, temporadas estupendas por la zona europea y otras de agonía hasta el final salvando la categoría en el último minuto. Lo que corresponde a su nivel. Y encarando el porvenir con ilusión y un nuevo estadio. Sin vivir de rentas. Creyendo en el futuro más allá del orgullo de siete años.
1 comentario:
Esperamos como agua de mayo un artículo sobre la mayor alegría deportivista de este año... (a segunda, oeee...)
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