
El balompié ibérico también es bipartidista. Madrid o Barça; Benfica o Porto. El hispano, sin embargo, cuenta con cierta tradición de equipos rebeldes (Real, Athletic, Atlético, Deportivo, Sevilla, Valencia...), algo que en Portugal se reduce al Sporting y como mucho al Boavista. Pero esa falta de diversidad que los lusos perciben como un problema y que las propias autoridades intentan aliviar, en sus vecinos se considera una bendición alimentada por los poderes públicos. La televisión estatal lleva todo el verano anunciando a bombo y platillo que ofrecerá "la pretemporada íntegra de Real Madrid y Barcelona". Eso incluye bolos intrascendentes y fuera de hora con equipos del tercer escalón británico o la liga china. El resto de clubes no existen. Ni siquiera aunque posean sus derechos de emisión. Ayer, el Dépor debutó en casa ante el Atalanta. El partido abría un torneo de gran prestigio como el Teresa Herrera. Pero no se pudo ver en las pantallas públicas. ¿Para qué? ¿Acaso jugaban los dos grandes? Y es que no vaya a ser que se empiecen a romper los bipartidismos y la gente despierte a la existencia de muchas más opciones que las subliminalmente impuestas, algunas realmente mejores que las dos de turno, por supuesto. Así que calladitas. Sea para jugar al fútbol o para cambiar el país.
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