lunes, 22 de octubre de 2007

DERROTAS

Por derrota todos entendemos ese sentimiento uniforme que agobia al perdedor y lo sume en unas cuantas horas de malestar. Pero los dos grandes acontecimientos deportivos del fin de semana han echado por tierra esa definición. La derrota no siempre sienta como una patada en el trasero. Hay otros matices. Incluso en competiciones tan frías y técnicas como las automovilísticas. No ganó Alonso el Mundial y ese es su problema. Lo curioso es que buena parte de sus aficionados se han echado a la calle para celebrar la derrota. Para ello se han basado en que no era el triunfo del asturiano lo importante, sino el fracaso de su rival Hamilton, que aún así quedó por delante del ovetense. En fin, un lío. Aunque por lo menos acabó sin mayores problemas y sin que se cumplieran los deseos de algunos hinchas que sin recato pedían delante de las cámaras algo tan claro como: “Que se estrelle el negro”.
Asimismo, fue derrotado fue el Dépor ante el Valencia. Pero aquí también hay matices. Hubo partidos en Riazor de la pasada campaña en los que el equipo coruñés se llevó la victoria, pero la sensación que dejaba entre sus seguidores era la de una terrible derrota. Vale, se le ganaba al Getafe o a cosas así con un gol tras un pelotazo. Pero el partido era un tortura. No se veía fútbol, el horario era malo, el ambiente nulo, tres pases seguidos suponían una utopía... hasta los asientos parecían mucho más incómodos. Uno se iba de Riazor con tres puntos, sí, pero también con un principio de depresión. En cambio, ese desasosiego no se vivió a la salida del partido del sábado. Se perdió, pero eso se puede aceptar con normalidad si se intenta jugar bien, como fue el caso. Ya habrá tiempo para ponerse resultadista, pero primero hay que recuperar la ilusión. Y eso se está consiguiendo. A base de fútbol, que además es algo reconfortante, por lo menos mucho más que los deseos de algunos sobre que el chico de piel morena anduviera a los besos con los muros.

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