miércoles, 30 de mayo de 2007

ELECTORALES (y II)

Una tercera nota común entre las elecciones del domingo y el fútbol, esta vez en clave local.

C) VOTO DE SILENCIO.
Deben ser malos tiempos para la publicidad política. Algunas llamativas promociones no se tradujeron en votos. Y a otros, que no se presentaban pero cuya sombra siempre planea sobre la política municipal de A Coruña, los resultados les favorecieron más que hace cuatro años, cuando sí irrumpieron en campaña pero luego vieron que las urnas no llenaban sus sugeridos intereses, aunque los rozaban. En 2003, Lendoiro protagonizó varias portadas en los días previos a la votación con su proyecto de un nuevo Riazor. Esta vez estuvo callado. Sin embargo, su eterno adversario el 'vazquismo' sí recibió un varapalo. Y en el gobierno herculino podrá entrar el político actual con el que más sintonía mantiene en temas locales (en lo ideológico nada tienen que ver), el muy deportivista Henrique Tello, habitual de las gradas de Riazor y también del palco en los últimos tiempos. Su presencia al lado de Losada puede abrir un puente entre el alcalde y el presidente del Dépor. La nueva reivindicación del dirigente blanquiazul es construir un estadio moderno en los terrenos liberados del puerto. PSOE y BNG mantienen gruesas diferencias sobre las posibilidades de esa zona. Por lo tanto, parece claro que, gracias al silencio, Lendoiro podrá volver a hacer ruido en María Pita.

martes, 29 de mayo de 2007

ELECTORALES

Coincidieron en un mismo día la jornada de Liga y las elecciones municipales. Dos cosas comunes.

A) TODOS GANAN
El PP venció en voto total, el PSOE en poder, los nacionalismos se mantienen y como es normal en el reino del cinismo, hasta los que se llevan un palo en las urnas son capaces de recibir aplausos, proclamar victorias y descorchar vinos espumosos. En la Liga, la terna de candidatos al título también ganó. Como sus rivales, triunfadores si se aferran al árbitro, a la dignidad o a la suerte. En definitiva, un mundo feliz. Los perdedores están mal vistos.

B) LO ÚTIL
Gracias al sistema de mayorías los partidos pequeños tienen muy complicado el acceso a las instituciones. Sólo los del segundo escalón (BNG, IU...) pueden conseguirlo. Pero aún así, están a merced de eso que se llama voto útil, la versión electoral del mal menor. Muchos votarían otras siglas, pero por miedo a que no sirvan en el cómputo total se decantan por los mayoritarios. Eligen la segunda opción entre sus preferencias. Y está bien visto. Sin embargo, en la Liga es al revés. Muchos hinchas del Osasuna (en vista de que casi no se jugaban nada) preferían perder su partido y beneficiar así a sus amigos de la Real, su segunda opción, su voto útil. No obstante, por ello se les acusó de antideportivos y un sinfín de calamidades más. Se ve que lo que sirve para una cosa no vale para la otra. Pero las dos son muy parecidas. Y legítimas, aunque un poco injustas.

sábado, 26 de mayo de 2007

EXAGERA QUE NO ES POCO

Para demostrar las semejanzas y conexiones que existen entre la política y el fútbol sólo es necesario algo tan evidente como recordar que ambas actividades se basan en el factor humano, con sus grandezas y miserias. Si la sociedad transita determinadas vías, por ahí irán sin titubeos los partidos, sean de balón o de papeletas. Eso explica el éxito del alarmismo y la necesidad de supuestas crisis de la que se alimentan clubes, siglas y el amplísimo caudal de personas que los siguen. Ninguno parece funcionar sin la sombra de un terrible e inminente peligro. Aunque sea artificial. Lo importante es exagerar. Lo prueba la campaña electoral de unas elecciones que hoy se reflexionan al mismo tiempo que el Dépor visita al Real Madrid, otro ejemplo claro de extremismo vital.

Dentro de un par de años, revisar las hemerotecas para comparar la realidad con lo profetizado estos días por la mayoría de candidatos será un divertido ejercicio. Porque los ayuntamientos irán mejor o peor, pero es seguro no habrá alcaldes con pasamontaña y metralleta en los plenos donde gobiernen unos; ni promotores de bigotillo y rubia de bote al lado cobrando jugosas cantidades por construir campos de concentración para librepensadores en los otros. Sin embargo, todas esas distorsiones dramáticas han sido ideadas por gente que, sin reparos, reivindica para sí el espacio de la moderación. Y lo que es peor, tienen sus manos cosas realmente importantes. Por lo tanto, si lo serio se toma con esa descorazonadora ligereza ¿no es normal que se haga lo mismo con asuntos más o menos triviales como puede ser el fútbol? El Real Madrid y su frenético entorno sabe que sí se puede. Y hasta cree que se debe.

Hace sólo tres meses, el equipo blanco era una nave a la deriva en medio de un motín. Los omnipresentes poderes mediáticos de Madrid culpaban a su entrenador, Fabio Capello, de haber llevado al club blanco “al peor momento de su historia”. Por supuesto, la dimisión del preparador italiano era lo menos que se pedía, ya que las formas de esos altavoces lindan de manera sistemática con el absurdo ofensivo. Todo está ya al nivel de la llamada telebasura. De hecho, cada vez es más complicado encontrar diferencias en el tono que se usa en A tu lado (cotilleo rosa), 59 segundos (disputas políticas) y El Rondo (debates sobre el Madrid con unos pocos segundos para el resto de la Liga).

Sin embargo, la anunciada y cruenta bajada a los infiernos de la entidad merengue se ha convertido, de la noche a la mañana, en la más gloriosa remontada que han visto los tiempos. Los mismos que hace nada dudaban que los blancos lograran siquiera una plaza en ¡Intertoto! (se ha publicado) creen que el horizonte de la décima Copa de Europa está más despejado que nunca. Sólo de vez en cuando alguno se desnuda y dice: “Si gana la Liga Capello debe quedarse, pero si no tendrá que salir por la puerta de atrás”. O sea, que un punto es la barrera que divide el trono del paredón. De locos. El reino de la crisis. Sea en el Bernabéu, en el Camp Nou (el Barça también es de debacles y alabanzas concatenadas), en Riazor, en La Moncloa, en la calle Génova, en la finca de la Pantoja o en la vida sexual de un concursante televisivo. Crisis, crisis y más crisis. Pensar que una palabra de tanto significado pueda depender de un gol de Cristian es de chiste. Pero así es. Un peligro a todos los niveles.

Hará falta término medio. Porque las sociedades adictas al temblor inventado y a la exageración traumática suelen crear monstruos. “Él hacía de la necesidad de crisis su oxígeno, gracias a ella podía sobrevivir, gracias a ella sumó tantos apoyos”. Lo dice el historiador Ian Kershaw en su biografía sobre... Hitler. Como para reflexionar ¿no? Pues hoy es día de eso. Y de fútbol también.

viernes, 25 de mayo de 2007

VEINTE AÑOS

Tal día como (...), 25 de mayo, hace dos décadas, se disputaba un partido en A Coruña. Y era de los importantes. Sin embargo, no fueron más de 15.000 las personas que acudieron al estadio. Las mismas que ahora son tachadas de asistencia mínima. Pero por entonces eran bastantes más de lo normal. Corría 1987 y el Deportivo disputaba la fase de ascenso a Primera División, aquel Play Off que había inventado la Federación para añadir mayor intriga al torneo y luchar así contra el empuje de un baloncesto que por entonces casi trataba de tú a tú al balompié. Así de distintas eran las cosas. Muy pocas permanecen inalterables desde aquella época. En lo que respecta al Dépor, apenas los símbolos, los socios más veteranos y alguna de las alrededor de diez peñas con las que contaba el equipo coruñés. Una de ellas nació aquel 25 de mayo. Por lo tanto sopla las velas (...) aunque ya lo festejó el pasado fin de semana para hacerlo coincidir con otro aniversario de relumbrón, el del título de Liga de 2000, un logro absolutamente utópico en aquellos días de 1987 en los que apareció por primera vez una pancarta en la que se leía un nombre: Riazor Blues.

Se medía el Dépor al Sestao, rival directo junto al Celta en la lucha por alcanzar la elite. Un partido polémico no sólo por la importancia del marcador (ganarían los vascos) sino por la identidad del árbitro, Villena Pena. Ese colegiado era el principal culpable de que los coruñeses estuvieran a esas alturas peleando por subir y no por mantenerse en Primera, puesto que un injusto penalti pitado por él en Oviedo un año antes había dejado, una vez más, al Deportivo a las puertas de los grandes. Volvió a ser gafe aunque la posibilidad de ascender siguió viva hasta dos semanas después, cuando en un derbi plagado de incidentes otro árbitro, Díaz Vega, frustró el ascenso con una inexistente pena máxima a Alvelo. Pero no todo fueron malas noticias aquel día 25. Por ejemplo, se pudo ver lo bien que se manejaba ya por los banquillos el entrenador del rival sestaotarra, un joven Javier Irureta. Otro vasco dirigía al Dépor, Eusebio Ríos. Faltaba una temporada para que volviera Arsenio y para que Lendoiro accediera a la presidencia. Sin embargo, los Blues ya estaban allí.

Jovencísimos y ruidosos, aglutinaban anteriores intentos de formar una peña fuerte de animación en Riazor, como fueron los Irmandiños e incluso los históricos Barrio Sésamo, con los que compartían grada. Su colorido supuso una novedad en aquellos años grises. Y en todo lo que vino detrás, errores incluidos. Pero esos fueron los menos. Porque nadie podrá escribir la mejor historia del Deportivo sin reservarle un hueco preferente a los Riazor Blues. En medio de tantos despropósitos vestidos de importancia como los de Taborda y Conchado, pensar en sus veinte años de vida es una de las cosas que reconcilian con esto del fútbol. Y falta hacen.

La Opinión (24-05-07)

jueves, 24 de mayo de 2007

PASILLOS

El Milan ganó la Copa de Europa como un buen italiano y el Liverpool perdió la final como un mal inglés. Le faltó ritmo y físico en los últimos instantes. Sin embargo, entre el gol postrero y el empuje de su gente mantuvo el tipo con cierto honor. La gloria fue milanista. Su eterno capitán, Paolo Maldini, levantó el trofeo en el palco. Con la llegada de Platini a la UEFA, se ha desterrado eso de entregarlo en el césped. Vuelven las formas clásicas, con una innovación. Los ganadores hacen un pasillo de homenaje al perdedor. Emotivo. Pasó en Champions y en UEFA, entonces con Sevilla y Espanyol de protagonistas. Los histriónicos altavoces del patriotismo español dijeron en Glasgow que aquello fue un espontáneo gesto de nobleza hispana y así lo vendieron, con el pecho hinchado de medallas castrenses. Ayer se demostró que es una nueva norma de los gestores del balompié continental. El gran detalle de generosa españolidad era mentira. Una de tantas. No sólo en fútbol.

martes, 22 de mayo de 2007

HÉROES PASAJEROS

Arbeloa es un buen jugador, con un presente interesante y un futuro espléndido. Empezó la temporada en A Coruña porque el Real Madrid le dio la espalda, lo que fue aprovechado por el Dépor para ficharlo. En el Bernabéu todavía se tiran de los pelos por su falta de ojo ya que después de un lúcido arranque de Liga con los blanquiazules el Liverpool se interesó en sus servicios y allí está ahora mismo, a la espera de jugar o ver desde el banquillo la final de Champions de hoy. Así de rápido todo. Del Castilla al Liverpool con parada en el Dépor en menos de un año. Elogioso. Y exagerado.

Pero quizá Arbeloa sólo cumpla durante otra temporada más en Anfield y después vuelva a España a jugar en algún equipo de categoría medio-alta. No es tan descabellado pensar que pueda ser así. No es ningún crack y lo mismo le pasó, por ejemplo, a Nuñez y Josemi. Ganaron una Copa de Europa desde un perfil decente, sin embargo ahora forman parte del pelotón, sin estrellato. Su gloria va camino de ser un recuerdo familiar, no un hito popular. Y duele que sea así. Porque se va perdiendo la excepcionalidad. Antes, jugar en el Liverpool o similares era algo único, al alcance de unos pocos elegidos. Ahora, da la sensación de que cualquier jugador joven que hoy anda por la zona baja de Segunda puede ser titular dentro de un año en la final de Champions. Un peligro. Ese es el camino más rápido para acabar con los héroes.

En fútbol, determinadas cotas necesitan muchos méritos. Existen unas leyendas que cuidar. Y ante ellas no todos los futbolistas poseen el mismo derecho. Hay desigualdades. Y ellas son otra de las cosas en las que el fútbol es como el mundo, aunque en este caso con razón. La pena es que tanto ímpetu igualitario no llegue a la vida a diario y sí a donde no debería hacerlo.

domingo, 20 de mayo de 2007

SUSTITUTOS

Lo del Dépor con el Sevilla esta temporada está siendo una pesadilla y también una pesadez. Tres partidos se han disputado ya entre los dos equipos. Serán cuatro con el de hoy en Riazor. Por ahora, el balance humilla a los blanquiazules que han recibido nueve goles sin marcar ninguno. Un dato que simboliza bien los caminos de uno y otro. Los locales, apagados pero a salvo de sustos como los de sus vecinos. Los visitantes, con la verbena aún colándose por los oídos después de la fiesta de celebración de la UEFA, que puede doblarse con Liga y Copa. Un rodillo como bien se le definió por A Coruña hace un mes. También una referencia para este verano. No porque el Deportivo esté en condiciones de construir un plantel para luchar por el triplete el curso que viene, sino porque todo indica que tendrá que hacer frente a una maniobra similar a la que efectuó el club del Pizjuán hace dos años: sustituir a Caparrós.


Por mucho que el pequeño incidente de la ida copera le obligue a evitarlo, hablar de un Dépor-Sevilla es hacerlo del utrerano. Aunque en esta ocasión las miras ya señalan con más fuerza hacia su posible reemplazo. La pretensión oficial por parte de Lendoiro es la de que cumpla su contrato pero las gestiones silenciosas parecen indicar lo contrario y han abierto por primera vez la puerta a un posible divorcio de buenas maneras. Si ello ocurre, como por otra parte la lógica recomienda, la entidad coruñesa se verá en un trance al que tampoco está demasiado habituada: la búsqueda de un técnico. En los 19 años de gestión de Lendoiro, sólo ocho preparadores han pasado por el banquillo blanquiazul, una cantidad minúscula si se compara con las que se estilan por el fútbol español pero normal cuando la equivalencia se dirige a otros lugares con menos panderetas acompañando al balón como, por ejemplo, las Islas Británicas.


Por lo tanto, la línea de Lendoiro con los entrenadores es la de evitar las pruebas y apostar por los proyectos, aunque estén gravemente lastrados por la economía como pasa ahora. No era el caso del Sevilla cuando en una rueda de prensa repleta de lágrimas Caparrós anunció que dejaba el equipo de su vida. Pero el que entonces era su presidente, José María del Nido, también buscaba alguien en quien confiar un buen tiempo. Su decisión sorprendió, no tanto por el pasado bético del elegido sino por su perfil personal, bastante alejado del que presentaba un Caparrós al que la grada idolatraba. Llegó Juande Ramos, un personaje de pocas palabras, sin pretensiones sentimentales y menos creyente en los aspectos pícaros del balompié. Ahora triunfa al más alto nivel. Nadie duda de sus virtudes, pero la clave quizá resida en otro factor del fútbol actual. Y es que cada vez hay menos equipos de entrenador y más de jugadores.


El éxito del Sevilla actual es sobre todo el de la buena elección de las piezas que salen al césped. Por eso en los catálogos de la admiración ocupa un lugar más brillante el director deportivo, Monchi, que el propio técnico. De ahí que la elección del sustituto tuviera en su día un peso menor. ¿Está en esa misma situación el Dépor? Para nada. Sus limitaciones le impiden entrar con galones en el mercado, por eso tendrá que esmerarse mucho a la hora de elegir al jefe del banquillo. Porque él tendrá que hacer a los jugadores. Caparrós valía para eso. Pero quizá contaba con tener algo del camino hecho. Cuando vio que no era así, se desmoronó. Ahora, el que venga sí está avisado.

viernes, 18 de mayo de 2007

NOSTALGIA

Detrás de la nostalgia siempre hay una pérdida.

Ocurre, por ejemplo, con esa gente mayor que recuerda un paisaje antes de la invasión del ladrillo y exclama: "Qué bonito era esto cuando era bonito".

El pasado miércoles, durante la final de la UEFA entre el Sevilla y el Espanyol, en un bar se escuchó hasta tres veces un elogio de indudable tono de añoranza: "Qué bonito es el fútbol cuando es bonito".

Detrás de la nostalgia siempre hay una pérdida.

jueves, 17 de mayo de 2007

PIANISTAS


Uno de los apuntes más recurridos para llenar páginas en épocas de sequía es aquel que se refiere al altísimo importe por el cual se han asegurado las manos de algún gran pianista. A pesar de su valor aparentemente anecdótico, casi todos los lectores suelen reparar en ese relleno, para asumirlo con extrañeza en caso de soledad. Si hay compañía, muchos optarán por trasladarlo al vecino normalmente tachando esas cosas de “chorradas de artista” o “extravagancias de ricos”. Hay mucho de eso, pero también un fuerte calado simbólico que recuerda que cuando uno basa su valor profesional en una virtud principal, se debe a ella cueste lo que cueste.

A los geniales Gomaespuma les acompaña un pianista en su programa radiofónico. Y antes de pedirle que toque alguna canción siempre le preguntan: “¿Llevas los dedos puestos?”. Es humor del perogrullo, pero ahí está la clave. Sin ellos, el músico se quedaría en nada a no ser que imitara el hábil manejo que decían que poseía el actor Errol Flynn para ese instrumento, que hacía sonar con otro, suyo propio en este caso. Pero el pianista normal se debe básicamente a sus manos, como el peluquero a las tijeras o el escritor a la cabeza. Cada uno tiene una característica para hacer carrera. Por ejemplo, si un entrenador basa el mayor porcentaje de su capacidad al grado de motivación que genera ¿en qué se queda cuando él mismo se desmotiva? ¿Puede arengar un deprimido? Parece que no. Por eso, lo normal es que si Caparrós quiere marcharse, el Deportivo se lo permita sin mayores películas. Ha perdido la fe, su valor de cabecera. Obligarlo a seguir, sería hacerle tocar el piano con los codos o con lo otro. Se puede, pero no es lo mismo.

Ya ocurrió hace un año. El técnico andaluz buscó una salida a final de temporada debido a una oferta del Osasuna y, sobre todo, al cúmulo de promesas incumplidas por parte de la directiva. Sin embargo, una cena con Lendoiro similar a la del lunes (algo raro pasa en este club si una reunión entre el presidente y el entrenador se convierte en un acontecimiento cuando debería ser lo normal) constató la continuidad. También formalizó la desconfianza. A partir de entonces, cada minúsculo guijarro se convertía en un alud que minaba ánimos y garras. Quizá por eso, poco a poco el equipo fue desinflando su temperamento hasta alcanzar la triste imagen del derbi en Balaídos y la semifinal ante el Sevilla. Ahí se tocó fondo. A partir de esos acontecimientos, Caparrós perdió definitivamente su virtud referencial. Semeja que en A Coruña ya no la podrá recuperar. Por lo tanto, y porque se lo merece, lo mejor sería agradecerle los servicios y dejarlo ir. La mano de un pianista se puede asegurar, la motivación no.

martes, 15 de mayo de 2007

AUTODESTRUCCIÓN

Leo una entrevista con González Ferrari (el mandamás de Onda Cero) en la que expresa el deseo de que su programación deportiva use el tono del "tipo que toma carajillos". No es malo optar por la conexión popular, pero sí lo es hacerlo por los estereotipos. Y tratar un hecho social como el fútbol como un corral de paletos es uno de los peores que existen. Pero está muy generalizado. Una típica españolada. Otra muestra de incultura futbolística.

Sin embargo, de vez en cuando aparecen otras líneas. Gregorio Manzano (además de ser un regular entrenador y un tipo un poco cargante) es psicólogo. Ha intentado trasladar sus conocimientos a un vestuario. Los partidarios de balompié borrico se rieron de él. Sin embargo, ayer dejó una frase en el diario As que valío más por si sola que la mayoría del resto de la información deportiva. Un mensaje de verdad para un mundo de aspirantes a divos o estrellas artificiales. "Los excesos en el ego de algunos futbolistas conducen a la autodestrucción", dijo Manzano. En su equipo entrena un tal Diego Tristán.

domingo, 13 de mayo de 2007

ESTADIOS FEMENINOS

El progreso no siempre se corresponde con mejoras. Se supone que gracias a los avances tecnológicos debe resultar mucho más sencillo conservar en buen estado un césped ahora que hace 25 años. Sin embargo la práctica niega esa deducción. Riazor es un estadio infrautilizado. No sólo en lo comercial y derivados sino también en lo básico, el fútbol. Ahora mismo sólo el Dépor pisa su hierba cada quince días. Como excepción puede entrenar allí una vez a la semana, pero nada más. Así es desde hace más de una década. Pero antes las cosas eran muy distintas. En los años 50 y 60 el entonces robusto balompié modesto herculino también disputaba encuentros en Riazor con cierta regularidad. Más recientemente, en los ochenta, no sólo el Dépor de la 'longa noite de pedra' utilizaba el estadio municipal sino que allí también disputaba sus partidos el Fabril. Y la pradera lo aguantaba sin mayores problemas, con la excepción de los primeros meses de la temporada 83-84, cuando la multitud que ocupó el recinto para presenciar un histórico concierto de Luz Casal, Leño y Miguel Ríos provocó unos daños que tardaron en ser subsanados. Pero el fútbol siguió. Con el filial, el primero equipo y... el conjunto femenino. Porque en aquellos tiempos malditos no todo eran decepciones. Muy al contrario. Riazor no sólo lloraba ascensos frustrados en el último partido. También celebraba victorias.



La primera Liga vestida de blanquiazul coruñés no se remonta a 2000. En los ochenta, el Karbo Deportivo logró cinco títulos. Varias de sus jugadoras formaban la columna vertebral de la selección española. Ahora y tristemente, el fútbol femenino apenas existe en A Coruña. Sí lo hay en Bilbao. Allí juegan hoy los chicos de Caparrós. A orillas del Nervión viven una situación parecida a la de Riazor hace dos décadas: triunfan las féminas y tiemblan los hombres. El pasado fin de semana, 25.000 personas celebraban en San Mamés el título de Superliga conquistado por el Athletic femenino. Esta tarde, unas cuantas más sufrirán con su mítico equipo en una nueva cita con la que evitar el que sería el primer descenso de su trayectoria. Pero en lo que respecta a los géneros, pocas semejanzas más hay entre bilbaínos y coruñeses.



En un medio de preponderancia masculina por tradición como es el fútbol resulta chocante que la sociedad más clásica de todas, el Athletic, esté presidida por una mujer, Ana Urkijo. En casi 20 años de lendoirismo, sólo los hombres han tenido acceso a la directiva del Dépor. Lo más cercano ha sido una secretaria, Berta Vales. De poco ha valido la espectacular incorporación de la mujer a las gradas de Riazor o a otros importantes sectores del entorno blanquiazul, como por ejemplo la prensa. La paridad no alcanza los terrenos dirigentes. Y, lo que es peor, nadie se plantea recuperar la gloria femenina de aquel Karbo, heredero directo de otro mito del fútbol femenino, la pionera Irene González, que en los años 20 rompió con cientos de tabús sociales y se vistió de corto en los campos herculinos. Mientras, San Mamés se relame con el que pudo ser el último título de su historia. Al hogar de los 'leones' le queda poco tiempo de vida. Y quiere pasarlo en Primera. La permanencia ya es un triunfo. Para éxitos, tienen a las chicas. Por algo al estadio le llaman La Catedral, un femenino. Hace años, Riazor también lo fue.

viernes, 11 de mayo de 2007

PRESUMIR Y CARECER

Dentro del escaso nivel futbolístico de la Liga española sólo dos equipos han acompañado a Barça y Sevilla en la cofradía del buen gusto: Getafe y Recre. Otros justifican su tostón con alusiones a otros valores. "El Dépor es un equipo incomodo, de mucha brega, claro... es un equipo de Caparrós", suelen decir los adversarios la semana previa a tener que enfrentarse a los blanquiazules. Pero de eso, nada.

El Getafe poco tenía que hacer en su vuelta de semifinales ante el Barça (5-2 en la ida). Pero con garra, fe y buen juego logró un 4-0 histórico. Un día antes, ese equipo al que el nervio de su entrenador concede "incomodidad y brega" volvió a pasearse sin ansia cuando se debía a la heroica y fue arrasado en media hora por el Sevilla, que después se entregó a la siesta mientras su rival se echaba alguna carrera sin sentido, de galería. No hace falta ser muy listo para percatarse de la mentira y decorarla con el obvio refrán de: "dime de que presumes y te diré de que careces".

jueves, 10 de mayo de 2007

HIMNOS A CIEN

Los dolores en el orgullo provocan exageraciones. Buena parte de la afición deportivista abandonó su estadio después del 0-3 de la ida de la semifinal copera ante el Sevilla dominada por tal grado de humillación que no dudó en utilizar la ironía como doloroso punzón. "Estarás contento con tu equipo en la final" le espetaron a Caparrós a la salida del vestuario, frase a la que el técnico respondió con histeria e incidente. Al día siguiente, el utrerano pidió disculpas sin focos por medio. Y digirió la lección. La lógica sincera de su sevillismo tenía estos peligros. Desde entonces, y no parece casualidad, su comportamiento en la banda de Riazor resulta especialmente apasionado. Pero está por ver cómo actuará esta noche en su querido Pizjuán.


Muy mal se le tendrían que dar las cosas a los hispalenses para verse eliminados por el Dépor. Por lo tanto, el sevillismo espera celebrar hoy su acceso a la segunda final de la temporada después de la de la Copa de la UEFA. Fiesta. Cánticos. Sonará el himno de su Centenario entonado por unas 40.000 gargantas. Las malas lenguas dicen que esa fue la canción que utilizó Caparrós para motivar a sus chicos cuando visitó al Betis. Él lo negó, aunque sí reconoció haber pinchado temas de sus autores, El Arrebato. Hasta ese punto llegaba el mestizaje entre sevillismo y deportivismo que abanderó hasta el infausto encuentro de ida. Una actitud asumible en vista de las magníficas relaciones entre los dos clubes y su gente, pero que poco a poco se fue cargando de un tono confuso y de suplantación que también abrió otra vía, la comparativa. Y es que Sevilla y Dépor comparten tiempos de Centenario ampliado. Con sabor muy distinto en ambos casos. Y no sólo en lo futbolístico.



En el plano social, la celebración del siglo sevillista se ha convertido en un referente. La implicación de los aficionados ha estado presente a lo largo de estas dos temporadas, logrando hitos tan importantes como el récord de ventas del himno compuesto por El Arrebato, de una calidad musical y sentimental bastante digna sobre todo en función a lo habitual en los terrenos musicales del fútbol español, todavía ligados al "a por ellos", "somos los mejores" y demás tonterías. El último ejemplo se encuentra en la acera contraria al Sevilla, donde un sector del beticismo (que también cumple la centuria) intenta provocar el éxtasis popular con la Sevillana del Guau Guau, dedicada a Hugo, el perro de Lopera, famoso al parecer por su fervor cuando ve los partidos verdiblancos por televisión. La equivalencia con himnos de auténtica cultura futbolística como el evidente You´ll Never Walk Alone del Liverpool resulta simplemente sonrojante.


Y es que lo que ocurre alrededor de una pelota no se puede entender en toda su dimensión sin la vertiente melódica de las gradas. Los históricos éxitos del Centenario sevillista se deben también al carácter que impone su canción. Las bandas sonoras nunca son una anécdota. Hasta su ausencia resulta significativa. Los festejos por el siglo deportivista han sido de rango menor a pesar de la indiscutible emoción que provocaron algunos de ellos. Pero en A Coruña no se han visto banderas por las calles y menos en el Ayuntamiento. Se ha infrautilizado la camiseta conmemorativa. Y a pesar de la gran tradición musical gallega, el Centenario blanquiazul ha transcurrido sin himno. Desde el club se apuntó esa posibilidad y hasta se deslizaron nombres como el de Susana Seivane. Sin embargo, la dejadez o la imposibilidad silenciaron la fiesta. Y en fútbol hay pocas cosas peores. Porque son los triunfos los que hacen grande a un club, pero son los cánticos de su pueblo los que lo hacen eterno.

lunes, 7 de mayo de 2007

DILEMAS

La Liga entra en su fase final, con toda su mezcla de intereses y contradicciones. Las hinchadas se construyen en torno a una filia evidente y unas fobias más o menos elegidas. Y cuando llegan las fechas decisivas una y otras se confunden. Hay aficionados del Atlético a los que no les importaría perder ante el Barça para así perjudicar al Real Madrid. Muchos deportivistas desean caer ante el Athletic con el fin de dificultar aún más la permanencia del Celta. Se mezcla la devoción y el rechazo. Y la balanza no ofrece resultados claros. Necesitamos aliados, pero también adversarios. Así nacen los dilemas.

Por una vez, en eso la política es más clara que el fútbol. La mayoría vota en contra de alguien. Muchos acudirán a las inminentes municipales a evitar el triunfo del enemigo, sin dudas y capaces para ello de aliarse con el diablo menos infernal.

En el fondo, lo que queda claro es que somos lo que nos hacen los que nos rodean. Sobre todo, aquellos a los que odiamos. Aunque suene raro.

domingo, 6 de mayo de 2007

ERROR DE MARIÑEIRO

En un espectacular y agredido territorio costero de apenas quince kilómetros conviven tres municipios gallegos. Son Fisterra, Corcubión y Cee. Conforman un trío lleno de rivalidades pero complementario entre sí. Fisterra aporta leyenda y esencias mariñeiras; Corcubión pone los despachos de la burocracia y la dignidad de las viejas casas de piedra mientras que Cee se reserva el comercio y el ansia capitalino. Hay matices, pero cada localidad tiene su papel. Y no es fácil encontrar alguien que reúna de manera individual tantas características. Pero se puede intentar. Por ejemplo, buscando en el Dépor. Más de un periodista que sigue al conjunto blanquiazul procede de aquella zona, que también ha dado jugadores del pasado como Traba o Castreje. Uno de los políticos herculinos que más se ha destacado por su pasión blanquiazul (Henrique Tello, del BNG) también hunde sus raíces en esa comarca occidental de A Costa da Morte. Y, por supuesto, allí nació el presidente deportivista, Augusto César Lendoiro. Quizá en él aparezcan juntas todas las características de Fisterra, Cee y su natal Corcubión. Respectivamente, pescadora, comerciante y judicial. Así son ellas; así es él.

Al mandatario blanquiazul le gusta presumir de origen. Confiesa que uno de sus grandes orgullos es la gestión que encabezó en Bergantiños y Soneira cuando estaba al frente de la Diputación, antes de que sus habituales y poco diplomáticas reivindicaciones le relegaran a la fila invisible del PP. Pero sin duda, cuando más evidente hace esa supuesta pasión de cuna es al presentarse a sí mismo como un esforzado trabajador del mar, en la línea de sus paisanos. Una de sus frases preferidas es aquella en la que se define como “pescador que tiene una caña y si no pesca hoy pescará mañana”. La imagen de un Lendoiro calado hasta las cejas en medio del temporal y arrastrando redes de peixe resulta absolutamente irreal. Se refiere a los bancos de futbolistas.

La línea marcada por Lendoiro al frente del club coruñés está repleta de virtudes y defectos. Entre las primeros, tal y como ni siquiera sus detractores niegan, se encuentra un amplio conocimiento del balompié mundial. Es un presidente que sabe de fútbol. No abundan. Y a la hora de las contrataciones eso se ha notado. Muchos de los éxitos del Dépor se basaron en su buen ojo clínico, desgraciadamente combinado con operaciones dudosas que van desde Milovanovic hasta Taborda. Pero las positivas suman una buena lista, escrita además aprovechando espacios de nivel modesto, como por ejemplo los descensos o la elite de Segunda. Ejercicio habitual de los medios al final de cada curso es el de examinar las plantillas de los conjuntos que perdieron la categoría y también los primeros puestos de la tabla de goleadores de la división de plata. En este último espacio explotaron delanteros básicos para entender el pasado reciente del Dépor. Directamente o con una estación intermedia, por ese sendero llegaron Pauleta, Turu o Makaay. También Rubén. Se intentó con muchos más, por ejemplo Soldado o Uche, pichichis de Segunda la pasada campaña. Sin embargo, una presa mayor se escapó rumbo a otro barco.

El Valencia visita hoy Riazor con un gran recuerdo en la retina. Hace un año venció en A Coruña gracias a un antológico gol de David Villa, principal peligro esta noche para los blanquiazules. El asturiano, pretendido ahora por el Chelsea, surgió del mismo caladero donde siempre pescaba Lendoiro. Despuntó en Gijón, en Segunda. Era un diamante en bruto. En 2003, el Zaragoza lo firmó por 2,8 millones, cifra que el Dépor podía asumir entonces. Pero lo capturó otro. Un fallo asumible. Pero por algo los lobos de mar tienen prohibido dormirse en plena marea.

viernes, 4 de mayo de 2007

EL EFECTO NADA


Enviar al receptor un mensaje limpio y fácil es uno de los clichés básicos de la información de trascendencia menor, como es, aunque no siempre, la deportiva. Esta evidencia genera dos caras contradictorias. Por una parte se ha creado una charcutería de tópicos y perogrulladas infantiles; por la otra se ha encontrado la libertad necesaria para explorar a fondo los golosos terrenos del periodismo creativo. Como consecuencia equidistante de esto surgen multitud de titulares que buscan un término rápido pero llamativo con el que explicar la más mínima razón futbolística. Hasta llegar al hartazgo. Por ejemplo, de forma continua se habla del “efecto”. A él se le añade un nombre. Pero casi nunca significan lo mismo. Y lo que es peor, la mayoría de las veces ni siquiera existe el manido efecto.

El último y más cacareado efecto se localizó en Vigo y llevó el nombre de Stoichkov. Se acudió en él en base a las leyes del balompié moderno, que tiene mucho de mediático pero poco de fútbol. Sacudido por la cercanía del pozo, el Celta contrató a un ex jugador de primer nivel que nada había demostrado aún en los banquillos. Pero se creía que su carácter y la ilusión popular que despertaba su llegada bastaría para ahuyentar el yugo del descenso. Los defensores de esa teoría sacaron pecho por una victoria sin alardes ante un Dépor que pisó Balaídos vencido. Dos partidos después, el equipo vigués ha alcanzado su mayor cota de apatía y derrotas. Todo lo contrario a lo que se intuía con la llegada de Stoichkov, que más que efecto ya se perfila como espejismo.

A otros técnicos con una carrera muy superior a la del búlgaro también se les supone un efecto. Al del Dépor, por ejemplo. Antes de la nefasta semana del derbi en Vigo y la semifinal de Copa, todas las previsiones hacían referencia al peligro del efecto Caparrós. Se basaba en que la rabia e intensidad vital del utrerano convertiría en guerreros espartanos a sus chicos ante el horizonte de una difícil batalla. Pero nada. Otro efecto inútil. Pocas veces se ha visto a un Dépor con tan poca garra como en esos dos choques.

En lo alto de la tabla también se dan estos curiosos fenómenos. El Real Madrid recuperó en verano todas sus imperiales aspiraciones con el efecto Capello como epicentro del resurgir. En teoría, su mano dura mussoliniana devolvería a los blancos a la gloria después de años de libertinaje destructivo. Resultó un desastre. El Madrid sólo ha funcionado a partir del momento en que Capello desliza su adiós, relaja las normas militares y repesca a las estrellas arrestadas como Beckham.

Y es que hay mucho de efecto, pero especial, en estos embustes publicitarios. Al final, sólo son reales los que vienen del pueblo. El efecto Anfield contra el Chelsea, por ejemplo. El efecto Riazor contra el Valencia, quizá. Esos sí. El resto es sólo pirotecnia para películas de fantasmas.


Rodri Suárez

(Publicado en La Opinión de A Coruña)

martes, 1 de mayo de 2007

LA ANOMALÍA FUTBOLÍSTICA

Cada vez ocurre menos, pero hoy como cada Primero de Mayo han salido a la calle los sindicatos y, con ellos, las habituales consignas contra el poder y los poderosos. El aspecto de los asistentes a las manifestaciones no se distingue demasiado del de los que acuden cada fin de semana a las gradas de los estadios. La normal pinta de los líderes obreros es la misma que presenta cualquier hincha bufandero, de taberna y grada barata. Sin embargo, algo cambia. Porque el fútbol no siempre está expuesto a las mismas valoraciones que el resto de cosas. El cariño a los que mandan sirve de ejemplo.

Muchos trabajadores de bandera roja añaden los domingos una franja blanca a su enseña en honor al Atlético de Madrid. Durante años, el conjunto del Manzanares fue dirigido por Jesús Gil, un ricachón populista cuyas prácticas delictivas todo el mundo intuía. Pero ello no impidió que fuera bastante querido por las huestes colchoneras. Cuando falleció, el Calderón le tributó un enorme homenaje. Y el campo lo llenaban los de siempre, no 50.000 empresarios sin escrúpulos. Ahí se hizo evidente que algunos de los mismos obreros que atacan al capital cada 1º de Mayo veneran en el plano futbolístico a sus teóricos enemigos. Es una anomalía de difícil explicación. Y que provoca más de una arcada.

Ayer, el periódico del principal grupo de comunicación 'progresista' de España desvelaba que la herencia que dejó Jesús Gil en Marbella (donde fue alcalde) se resume en cientos de casos de corrupción y 30.000 viviendas ilegales. Pocos días antes, una de las estrellas de la emisora radiofónica de ese mismo grupo se había referido al fallecido regidor y ex presidente atlético con un cariñoso y nostálgico "tío Gilito". El mismo personaje es mafioso y benefactor a la vez. Todo un enigma. O no.