Antes el Dépor se gustaba a la hora de lucir carrocería, adelantaba de manera fulminante a los compañeros de viaje, llegaba siempre en hora y hasta bajaba las ventanillas para que todos escucharan su música. A pesar de tanto lujo, nunca perdía de vista las normas básicas de seguridad. Más bien, se podía permitir casi todo gracias a ellas. Siempre llevó el cinturón puesto, lo que traducido al fútbol se dice defensa. La constante de los mejores años años blanquiazules ha sido una magnífica zaga. La de los actuales tiempos de supervivencia, también.
El Dépor arrancó un punto en el campo del Getafe (0-0) tras un partido discreto en el que los porteros se ganaron las medallas al abortar las pocas ocasiones existentes, que para algo ellos son el pilar más importante de cualquier defensa. La de Lotina va encontrando el punto, sobre todo en el caso de Aouate, Coloccini y Lopo, impecable en el campo madrileño. Si la retaguardia mantiene ese buen nivel, el Dépor vivirá como ahora, tranquilo. Resguardado de esos temidos accidentes que envían a la cuneta.
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