Volvió a marcar. De falta, su cualidad suprema. Fue durante un amistoso en Ourense, pero eso, sumar goles, ya lo ha hecho en muchas ocasiones y en escenarios de mayor exigencia. Iago Iglesias lleva ya cuatro tantos en Primera División a pesar de que tampoco ha gozado de demasiados minutos. Es un jugador joven, con demostrada capacidad para aprender, de notable técnica, no exento de carácter y muy vinculado sentimentalmente al Dépor y su grada. Pero es una diana fácil. Porque en el fútbol también importan más las apariencias. Ese es el valor supremo. Ya no mandan el juego ni el sentimiento, ni siquiera los entrenadores. Ahora el amo se hace llamar representante. El de Jairo, otro mediapunta que todavía no ha demostrado ni la mitad que Iago, va camino de lograr que su defendido siga en el Deportivo a pesar de haber sido descartado por el técnico, como el coruñés, que sí se irá. Han sido únicamente las quejas del agente (amparadas por no sé sabe que extrañas dependencias del presidente) las que han obrado el injusto milagro. Porque el fútbol cada día se juega más en los despachos. Y ahí no hay colores. Ni balones. Ni casi nunca decencia.
2 comentarios:
Agora, por desgracia, a decencia xa non existe. Non é que a haxa a veces, é que xa non existe.
Por desgracia o fútbol está en plena conversión (se non o fixo xa) cara o absolutismo do negocio.
Non hai persoas, non hai profesionais. Coma Iago quedan 4, e eses neste mundo futbolístico actual non interesan.
Saúdos.
P.D.: Póñoche un link no meu blogue.
de tan bueno, tonto
lotina se abraza a la decision mas facil
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