(Publicado hoy en La Opinión A Coruña)
NI SUERTE NI SALUD
Rodri Suárez
Los entrenadores son la clase baja del paraíso. Trabajan en el ámbito millonario y repleto de comodidades que es el fútbol y se benefician de ello como el que más, sin embargo conforman el eslabón más frágil de la cadena. Prisas, vagancias y celos ajenos suelen dejarlos a merced de la corriente al mínimo tropiezo. El técnico vive condenado a ser siempre el primer perjudicado, su naturaleza es de por sí sospechosa, su destino natural se llama adiós. Quizá por eso la mayoría de ellos asumen su elección profesional como una manera de sobrellevar una enfermiza manía. "Tenemos un punto de adictos a este trabajo", decía Irureta en alguno de los pocos ratos libres que le dejaba una existencia llena de libretas anotadas, vídeos de análisis y estudio de la actualidad. El sino del entrenador y sus trastornos obsesivos.
Tanta presión puede desquiciar y resultar peligrosa sobre todo para aquellos que ya traen la aceleración de serie. El pasado jueves, después del estrepitoso fracaso ante el Sevilla, Joaquín Caparrós reconocía haber tenido que ingerir un tranquilizante en el vestuario. Intentaba así mitigar su extremo enfado. No lo consiguió en vista del incidente en el que se vio envuelto cuando unos aficionados le increparon a la salida del estadio. Feo asunto.Que nadie olvide que los ansiolíticos son medicamentos, lo que demuestra que el problema del utrerano ya ronda terrenos vitales. El proyecto malogrado está afectando a su salud. Y precisamente ese horizonte, el de la salud, es el que deseaba para sí mismo hace un año. Pero un contrato y el empeño de Lendoiro frustraron sus intenciones. Por eso hoy dirigirá al Dépor ante Osasuna y no al revés.
Los navarros viven tiempos que hacen buena la euskaldún denominación del club. Osasuna significa "la salud" en el viejo idioma norteño. Disfrutan de ella, por lo menos más que Caparrós, el que habían elegido como técnico para esta campaña antes de que Lendoiro frenase la operación en base a promesas y papeles firmados. El sevillano permaneció en A Coruña y fue Cuco Ziganda el elegido para suplir al Vasco Aguirre. Empezó con mal pie al ser eliminado en la previa de Champions, pero ahora disfruta de una tranquila posición liguera y una exitosa trayectoria en la Copa de la UEFA, donde ha alcanzado las semifinales. Seguramente, allí Caparrós no necesitaría pastillas con las que serenar el ánimo.
Pero al todavía entrenador del Deportivo no sólo le falla osasuna (la salud) sino también zortea (la suerte). Llegó a su amado Sevilla en el peor momento de una crisis que había enviado la entidad a Segunda. Lo saneó y condujo hasta Europa para que fuera Juande Ramos el que disfrutara de las alturas. Entonces recaló ilusionado en un Dépor que por entonces sólo amagaba con el bache. Durante sus dos años en el banquillo de Riazor, el flirteo se ha convertido en realidad, llevadera (la categoría está asegurada) pero dolorosa. Por encima, la constatación de las inmensas limitaciones blanquiazules se produjo el jueves ante el que fue su equipo. Y para rematar el infortunio, el siguiente y triste partido lo tendrá que disputar ante la que estuvo a punto de ser su plantilla. Normal que se resienta la salud. Toca reposo.
1 comentario:
enorme enorme enorme enorme. que grande.
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