Detrás de la nostalgia siempre hay una pérdida.
Ocurre, por ejemplo, con esa gente mayor que recuerda un paisaje antes de la invasión del ladrillo y exclama: "Qué bonito era esto cuando era bonito".
El pasado miércoles, durante la final de la UEFA entre el Sevilla y el Espanyol, en un bar se escuchó hasta tres veces un elogio de indudable tono de añoranza: "Qué bonito es el fútbol cuando es bonito".
Detrás de la nostalgia siempre hay una pérdida.
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