miércoles, 7 de marzo de 2007

LA NACIONALIDAD DE UNA DERROTA

La verdad ya no es algo importante. Ahora ha sido sustituida por la insistencia. Se repite una mentira muchas veces y así se convence a la masa. Es una situación fácilmente perceptible en política estos días, que son de bronca. Como en el fútbol. Yo aún sigo intentando saber si un equipo juega por la gloria propia o por la derrota del que está enfrente. La rivalidad, le llaman. Ayer eliminaron al Barça de la Champions. El madridismo lo celebra. La de azulgranas y blancos es una confrontación que va más allá de las puramente futbolísticas (como pueden ser el Dépor-Celta o Liverpool-Manchester United) y se adentra en terrenos sociales con la disputa entre la Cataluña periférica y la España centralista como fondo de pantalla. Es el tema de moda en la política hispana: la defensa de la unidad estatal. No se escatiman falsedades. Muchos de los que defienden con agresivo fervor la sagrada y obligada permanencia de catalanes, vascos o gallegos bajo la bandera rojigualda son los mismos que en el café festejan la eliminación blaugrana a manos de un equipo inglés porque “no son españoles”. ¿No les están dando la razón entonces? Tiempos confusos estos.

Hoy hubo pelea dialéctica en el Senado. El PP recuperó la confirmada teoría por la que algunos miembros del antiguo PSOE estaban detrás del GAL, aquella banda terrorista que atacaba en los ochenta a miembros de ETA y también a vascos que nada tenían que ver con ella. Era la guerra sucia. La pena de muerte. Su recuerdo se vuelve a usar por parte de la derecha como algo abominable. Pero si tan horroroso les parece ¿por qué en sus manifestaciones se grita “contra Eta metralleta” que era justo lo que hacía el GAL? ¿Si no ven en los catalanes auténticos españoles por qué les niegan que decidan su propio futuro? ¿Consideran española la última Champions, que fue ganada por el Barça? Demasiada contradicción. Pero es igual. El rigor también ha sido reemplazado por la insistencia.

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