Para demostrar las semejanzas y conexiones que existen entre la política y el fútbol sólo es necesario algo tan evidente como recordar que ambas actividades se basan en el factor humano, con sus grandezas y miserias. Si la sociedad transita determinadas vías, por ahí irán sin titubeos los partidos, sean de balón o de papeletas. Eso explica el éxito del alarmismo y la necesidad de supuestas crisis de la que se alimentan clubes, siglas y el amplísimo caudal de personas que los siguen. Ninguno parece funcionar sin la sombra de un terrible e inminente peligro. Aunque sea artificial. Lo importante es exagerar. Lo prueba la campaña electoral de unas elecciones que hoy se reflexionan al mismo tiempo que el Dépor visita al Real Madrid, otro ejemplo claro de extremismo vital.
Dentro de un par de años, revisar las hemerotecas para comparar la realidad con lo profetizado estos días por la mayoría de candidatos será un divertido ejercicio. Porque los ayuntamientos irán mejor o peor, pero es seguro no habrá alcaldes con pasamontaña y metralleta en los plenos donde gobiernen unos; ni promotores de bigotillo y rubia de bote al lado cobrando jugosas cantidades por construir campos de concentración para librepensadores en los otros. Sin embargo, todas esas distorsiones dramáticas han sido ideadas por gente que, sin reparos, reivindica para sí el espacio de la moderación. Y lo que es peor, tienen sus manos cosas realmente importantes. Por lo tanto, si lo serio se toma con esa descorazonadora ligereza ¿no es normal que se haga lo mismo con asuntos más o menos triviales como puede ser el fútbol? El Real Madrid y su frenético entorno sabe que sí se puede. Y hasta cree que se debe.
Hace sólo tres meses, el equipo blanco era una nave a la deriva en medio de un motín. Los omnipresentes poderes mediáticos de Madrid culpaban a su entrenador, Fabio Capello, de haber llevado al club blanco “al peor momento de su historia”. Por supuesto, la dimisión del preparador italiano era lo menos que se pedía, ya que las formas de esos altavoces lindan de manera sistemática con el absurdo ofensivo. Todo está ya al nivel de la llamada telebasura. De hecho, cada vez es más complicado encontrar diferencias en el tono que se usa en A tu lado (cotilleo rosa), 59 segundos (disputas políticas) y El Rondo (debates sobre el Madrid con unos pocos segundos para el resto de la Liga).
Sin embargo, la anunciada y cruenta bajada a los infiernos de la entidad merengue se ha convertido, de la noche a la mañana, en la más gloriosa remontada que han visto los tiempos. Los mismos que hace nada dudaban que los blancos lograran siquiera una plaza en ¡Intertoto! (se ha publicado) creen que el horizonte de la décima Copa de Europa está más despejado que nunca. Sólo de vez en cuando alguno se desnuda y dice: “Si gana la Liga Capello debe quedarse, pero si no tendrá que salir por la puerta de atrás”. O sea, que un punto es la barrera que divide el trono del paredón. De locos. El reino de la crisis. Sea en el Bernabéu, en el Camp Nou (el Barça también es de debacles y alabanzas concatenadas), en Riazor, en La Moncloa, en la calle Génova, en la finca de la Pantoja o en la vida sexual de un concursante televisivo. Crisis, crisis y más crisis. Pensar que una palabra de tanto significado pueda depender de un gol de Cristian es de chiste. Pero así es. Un peligro a todos los niveles.
Hará falta término medio. Porque las sociedades adictas al temblor inventado y a la exageración traumática suelen crear monstruos. “Él hacía de la necesidad de crisis su oxígeno, gracias a ella podía sobrevivir, gracias a ella sumó tantos apoyos”. Lo dice el historiador Ian Kershaw en su biografía sobre... Hitler. Como para reflexionar ¿no? Pues hoy es día de eso. Y de fútbol también.
1 comentario:
la palabra crisis en el futbol es de risa ,el madrid lleva en crisis desde que empezo la liga y el barça ahora esta en crisis cuando el año pasado gano la champions??
entoces la situacion del Depor como la definiriamos y ya no te digo la dl celta o Real que de jugar la champions en dos años se van a 2º.
un saludo¡¡
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